Entendiendo la catástrofe de Valencia y qué hacer 📝 Apuntes temporales
Primeras explicaciones e ideas desde la política pública sobre lo que ha pasado en mi tierra y qué podemos hacer a corto, medio y largo plazo
A esta hora van 202 muertes confirmadas en la Comunitat Valenciana, en mi tierra. Serán más, me temo, pero con eso ya estamos ya ante la catástrofe de origen natural más grande que ha sufrido en el último siglo y medio, en la época en la que ya tenemos infraestructuras modernas. Mi idea con este texto es entender y ayudar a entender qué ha pasado además de qué podemos aprender para futuras ocasiones, enfocándome en lo que puedo saber algo y dejando de lado lo que me coge más lejos (por ejemplo, meteorología o composición del terreno: ahí veréis que entro menos o nada). Espero sinceramente que os sirva tanto como a mí para pensar con más claridad en mitad de la desolación.
Qué ha sucedido y por qué
Primero, situémonos con este mapa.
Empezad a mirarlo desde arriba a la izquierda: Chiva. Seguid con la mirada hacia Torrent, después subirla un poco para ver esa curva que se forma bajo Valencia, y desde ahí todo lo azul. Hago zoom.
¿Qué pasa en estos pueblos? Pasa que tienen en algún punto de su entramado urbano este aspecto. Empiezo por Chiva.
Paiporta.
Catarroja.
Las comarcas de l’Horta Sud, la Ribera Alta y la Ribera Baixa están atravesadas por cursos de agua. Ramblas, barrancos, torrentes (quiero decir: el municipio más grande de la periferia de Valencia se llama Torrent). Viven, de hecho, alrededor de una Albufera que amaneció así según la Agencia Espacial Europea.
Al igual que l’Horta Nord y que otras partes, esta es una tierra y unos pueblos crecidos a la ribera de los ríos o de cualquier cauce de agua. La economía es tradicionalmente agrícola, y hacer vida cerca de la fuente del ingrediente más fundamental tiene, históricamente, sentido económico. Para que se entienda un poco mejor la diferencia respecto a otras costas españolas, hago zoom out y vemos la valenciana y la jerez-gaditano-onubense (también con inundaciones) vs. Galicia o el Cantábrico. Líneas vs. puntos.
¿Construir aunque sea inundable? Bueno, pero es que “inundable” no es una categoría dicotómica. Nos lo parece ahora porque esa zona está inundada. Pero en realidad, como bien expresa el primer mapa, es una cuestión de riesgo relativo. Las zonas son inundables por la acumulación de agua en los cauces que baja con la lluvia desde la cota más alta: Chiva está a 400 metros sobre el nivel del mar, y todos los pueblos del área metropolitana están esencialmente a 0 o pocos metros. Esas comarcas son una planicie. Y en la planicie hay zonas más o menos expuestas por una serie de condicionantes técnicos. Dentro foto de la planicie:
Esta acumulación depende del patrón de lluvias. Su severidad (volumen, grado de localización, tiempo) marca el tamaño de la inundación. Esta severidad tiene una distribución de probabilidades determinada: sucede con tal o cual frecuencia. Los cauces que veíais en las fotos de Chiva, Paiporta o Catarroja, en los que no hay casas en su interior, son inundables con una frecuencia que se considera inaceptable para construir en ellos. Pero alrededor el equilibrio (hasta ahora al menos y luego volveré sobre esto) es que resultaba aceptable.
Pero la acumulación de agua por severidad de lluvia y posterior bajada desde la cota de lluvia (más alta) hasta el punto bajo (todos los pueblos ribereños) en la tarde y noche del martes 29 de octubre implicó inundaciones no sólo mucho más allá de ese punto de equilibrio, algo que pasa con una frecuencia no pequeña. Sino en niveles hasta ahora desconocidos, al menos desde la riada de 1957. Y esto, resumido en una infografía del Levante, fue lo que pasó. La Rambla no pudo asumir lo que caía.
De hecho todo esto que aparece en blanco en el mapa, y que por tanto esta en la teórica categoría “no inundable”, se inundó.
Quiero decir: la famosa foto de los coches agolpados en una calle que ha dado la vuelta al mundo… es de Sedaví. Es zona blanca.
Creo que esto cuenta bien la historia de que las categorías de riesgo de inundación son probabilísticas. Lo son en los modelos que dan lugar a estos mapas, y lo son en los modelos mentales de quien decide dónde construir y dónde vivir.
¿Sucederá más veces?
La pregunta se ha enmarcado hasta ahora como “¿es esto culpa del cambio climático?”. Creo que es más útil pensarlo en frecuencias que se ven afectadas por el cambio climático pero aún no sabemos cuánto.
Me explico: existen argumentos robustos para pensar que con una temperatura media más alta, la curva de probabilidades de este tipo de eventos se modifica. Ejemplo de mecanismo:
En el Mediterráneo se ha registrado la temperatura superficial del agua más cálida de la historia, con una temperatura media de 28,47 °C a mediados de agosto. Esto facilita una mayor absorción de humedad en el aire, lo que se traduce en más lluvias cuando la atmósfera empieza a enfriarse en otoño. Tal y como están las cosas, España tiene que prepararse para las lluvias torrenciales de los próximos días.
Pero una cosa es el mecanismo y otra el modelo de estimación de riesgo, sea el del Ministerio o el de quien decide dónde vivir. No sabemos cuánto exactamente porque tenemos que dejar pasar el tiempo y medir ex post para calibrar modelos. No tenemos una aproximación razonablemente buena de si esto es algo que pasará en 20-40-60 años o si no lo volveremos a ver.
Habiendo dicho esto, creo que el shock cognitivo de lo que ha pasado es tan fuerte para al menos tres generaciones (de 10 a 45 años) que todos nosotros sí vamos a ajustar inevitablemente nuestros modelos mentales para incrementar el riesgo que le asociamos a otro evento similar. Ese shock se resume en el contraste entre la foto del barranco de Chiva más arriba, y esta de Kai Försterling en la misma localización tras la DANA.
Qué se pudo (y se podrá) hacer mejor
Entendiendo ya la naturaleza del fenómeno y partiendo de este último punto - que el nivel de importancia de un evento como éste se multiplica en nuestras cabezas a partir de ahora - podemos hacer una primera lluvia de ideas que colocaré en tres cajas: antes, durante, después de la emergencia. No es una lista exhaustiva, sino hilos de los que ir tirando para mejorar.
Antes de la emergencia
→ Alertas. Aquí me detendré un poquito más. Este martes Valencia no amaneció en “un día normal” que se volvió catástrofe por sorpresa. Además de que AEMET estaba en nivel rojo de alerta, sin ir a algo tan técnico. La portada de uno de los dos periódicos principales de la Comunitat era la siguiente.
A las 11:30, se desborda el barranco de Chiva, punto de origen de la riada hacia abajo (fuente).
A las 12:20, el Centro de Coordinación de Emergencias emite una alerta hidrológica para todos los municipios de la rambla del Poyo (fuente).
Como informa Victòria Roselló, la jefa de meteorología de À Punt (TV pública valenciana) lo largo de la mañana se registraban ya lluvias en zonas que iban a desembocar en la Rambla del Poyo de ~400l/m2. Esto ya multiplicaba x3 lo que veíais en el titular.
A las 18h aprox. esta Rambla tenía una subida de 2.000m3 por segundo de entrada, como se ve en el mapa del Levante más arriba. Esto es, como dice Roselló a modo ilustrativo, “cuatro veces el caudal normal del Ebro”.
Entre esa hora y las siete y media hay varios testimonios (videos en redes, otros que, así lo digo, me han contado a mí directamente personas allegadas en la zona cero) de crecidas.
Con esta cronología, hay al menos dos cosas difíciles de entender:
¿Por qué solo decidieron cerrar colegios algunas localidades y no otras? Una parte enorme de la movilización en cualquier día normal se produce por llevar o recoger a los niños al colegio. Esa palanca es de las más fáciles de activar de manera coordinada para reducir movilidad. La competencia para decidirlo es municipal; lo que me sorprende es que no todos decidieran en la misma dirección. Otras incoherencias similares: la UV suspendió clases pero no la UPV: entidades públicas como la Diputació de València mandó a sus trabajadores a casa a media mañana pero no otras. Coordinar a todas las empresas y centros de trabajo es difícil (aunque deberíamos implantar mecanismos que lo hagan factible, como un punto de contacto directo en cada centro de trabajo de cierto tamaño en las zonas en riesgo con la entidad pública responsable de emitir una alerta). Pero con lo que sí se puede hacer, reducir la movilidad tiene sentido.
¿Por qué las alertas más visibles fueron tan desacopladas de la información que se iba conociendo? Por una parte, el President de la Generalitat vino a decir a las 13h que la cosa estaba bajo control cuando poco antes había una alerta hidrológica emitida. Cierto es que en los datos el volumen bajaba:
Pero la alerta se emitió con datos de medición a la altura de Riba-Roja con tendencia ascendente y exhortando a los municipios a “observar la evolución y adoptar las medidas preventivas”. No es fácil de encajar esto (el tuit fue publicado de hecho casi a la vez que el mensaje del President).
En cualquier caso, la subida se aprecia tanto en los datos como en los pronósticos de corto plazo, y eventualmente en las propias carnes de los vecinos, antes de las 20:12h. que fue la hora a la que saltó el pitido de alarma en todos los móviles. Cuando ya había gente siendo arrastrada por la corriente dentro o encima de sus coches.
Kiko comentaba esta mañana de forma muy acertada que hay un dilema importante: cómo gestionar falsas alarmas:
Un sistema de prevención eficaz tiene que fallar por exceso. Y la ciudadanía tiene que estar preparada e informada de que eso no será una negligencia, sino un éxito. Si quieres prevenir lo extraordinario, es casi inevitable sobreactuar otras veces.
Para que esto suceda, tampoco quieres que el 100% de las alarmas sean falsas. Y en los primeros meses de vida de un sistema de alertas, es más probable que lo sean. Simplemente porque la gente tiene poca muestra. Si las dos o tres primeras veces “no ha sido para tanto”, quizás erosionas la alarma. Eso por un lado. Por otro está la elección del indicador (¿el pronóstico sobre el caudal por la Rambla o la observación fehaciente de que está creciendo?), y los pasos que hay que dar desde la observación del indicador hasta que la haces sonar. Lo ideal con una herramienta de estas características es que sea una persona, con máximo 1 paso entre él o ella y el indicador elegido, y que sea la máxima autoridad sobre el terreno en ese momento. Podemos acabar en muchos equilibrios: uno en el que suena solo dos o tres horas antes de lo que lo hizo (conservador); otro en el que suena a las 11 o 12h con los datos de lluvias y las alertas de la Confederación (más osado en la precaución). Pero en todos ellos habría sonado antes.
Lo mismo puede decirse de los cierres parciales para reducir movilidad. Entiendo que la decisión de frenar toda la actividad y movilidad es en extremo drástica y solo puede tomarse con evidencia fehaciente de riesgo. Ahora bien. Mi impresión es que en aquellas áreas fáciles de coordinar a coste relativamente bajo, una alerta roja climática debería motivar cierre por parte de las autoridades locales y autonómicas: trabajadores públicos no esenciales; colegios. Entiendo que tiene un coste social, especialmente para madres y padres sin cobertura, pero si es una ocasión que una familia vive cada, digamos, ~2 años… me parece asumible.
Y en el resto, sabiendo que estamos hablando de fenómenos que explotan de manera exponencial, la combinación de la severidad de las lluvias observado en la mañana y la crecida inmediata del volumen en la Rambla te debería llevar a una alerta general hacia mediodía o primeras horas de la tarde.
→ Comunicación y formato de las alertas. Las indicaciones pueden y deben ser más claras y decididas. No quiero decir más rotundas, sino más fáciles de entender e indicativas de cómo proceder. La nueva alerta para móviles y su pitido intenso está muy bien, pero no puede ser que el texto acompañante tenga esta pinta. Cojo el ejemplo de la andaluza del día siguiente.
Como propone Hugo Cuello:
Y yo hasta cambiaba lo del final por “Más info en lajunta.es - si tienes una emergencia llama al 112”.
→ Aprendizaje: qué hacer/cómo proceder. Yo estudié toda la secundaria en un centro de Catarroja (que sí: se ha inundado). La práctica totalidad de mis compañeros de entonces son de la zona. Mi madre es de un pueblo de un poco más abajo. Tengo familia con hijos que viven y estudian en coles de la zona cero. Nunca me he cruzado con un momento en el que alguien dentro de mi periplo educativo me enseñe qué hacer en una situación como la que se dio el martes noche; y no he sido capaz de detectar que esto se enseñe hoy en día en los centros de manera generalizada. Aprender qué comportamientos me pueden poner más o menos en peligro en caso de inundación; y si lo estoy, qué hacer para evitarlo. En los videos en redes se observan muchos comportamientos errados que solo aparecen como errados a toro pasado: cuando los ves desde arriba. Diseñar los materiales para este aprendizaje no es sencillo, ojo. Afortunadamente tenemos de dónde aprender.
*Un añadido posterior a modo de ejemplo: muchas personas trataron de rescatar sus vehículos de los garajes y sacarlos a las calles. Los garajes se inundan con más frecuencia, así que sacarlos a la calle puede parecer que los asegura. Esto es buena idea si la inundación es pequeña; es potencialmente fatal si es grande y rápida. Esto es a lo que me refiero con aprendizaje, pero también a las comunicaciones de riesgo. Esta indicación concreta debería ser parte de cualquier alerta futura.
Durante la emergencia
→ Operativos en el terreno. Si la alerta de “busquen refugio” sale antes, los trabajadores públicos encargados de la seguridad ciudadana deberían estar en la calle asegurando ese mismo comportamiento - lógicamente con la disposición de medios y entrenamiento para evitar exponerse en exceso ellos también. Aunque en los pueblos afectados la policía local y la Guardia Civil hizo y sigue haciendo lo que buenamente puede, parece evidente que no disponen de medios suficientes. Si tu pueblo es inundable, tus servidores públicos deben estar preparados y equipados para saber qué hacer en caso de inundación.
→ Alertas e informaciones adicionales. Como decía arriba, el pitido en los móviles está muy bien, pero mejor sería disponer además de un sistema conjunto de transmisión de información puntual antes y durante la emergencia. Puede ser, por ejemplo, un sistema de altavoces en el municipio: si te das un paseo por zonas expuestas a tsunamis los encontrarás bastante sofisticados.
*Vale la pena que hablemos de protocolos de evacuación y similares, pero esto es más complejo y necesita de intervenciones urbanas más profundas, así que lo dejo para las siguientes entradas.
→ Kits de emergencia. Animar a la ciudadanía a disponer en casa de un pequeño kit de emergencia, o directamente repartirlo, es algo que en zonas expuestas a huracanes o a terremotos se tiende a incorporar en lo cotidiano. ¿Por qué no con zonas inundables? De hecho todos deberíamos tener uno en cualquier zona (sí: tenemos uno en casa) sin necesidad de que esto suponga desplazar la responsabilidad de la respuesta a los individuos: es una herramienta más que está bien tener, y que no resta. En el kit puede haber agua, pastillas potabilizadoras, botiquín de primeros auxilios (desinfectante, tiritas, ibuprofeno, medicinas que necesites), navaja multiusos, mascarilla, algún mapa local, cerillas, velas, linterna y radio a pilas. Sí: radio. En la zona cero han estado días sin luz ni cobertura de internet. Una radio vieja a pilas te permite acceso a la información.
Justo después de la crisis
→ Coordinar la respuesta física/logística para activarla al máximo. No existe como tal la competencia exclusiva de “lidiar con una emergencia” o “con una inundación”. La respuesta más rápida es que depende de la dimensión de la catástrofe. La que nos ocupa no sólo supera y desborda las capacidades de cualquier Ayuntamiento, sino que también está por encima de lo que puede asumir cualquier comunidad autónoma por sí misma. Mi impresión es que esto pudo ser evidente con los primeros vuelos de reconocimiento el mismo miércoles sumado al input sobre el terreno de autoridades y funcionarios locales. Esa pregunta-guía (“¿esto está por encima de lo que puedo movilizar yo con los protocolos normales?”), si tiene una respuesta positiva, debería activar inmediatamente una de dos:
a. Una incorporación al comité coordinador de la respuesta (en este caso el conocido como CECOPI) de aquellos responsables del gobierno central que tienen que poner en marcha sus operativos. Esto sucedió el jueves, no el miércoles; y la primera asistencia fue de hecho el viernes AM.
b. Una declaración de emergencia de interés nacional, que implicaría que la gestión la pierde la Generalitat casi por completo y recae en el Ministerio del Interior.
Mi impresión es que la (a) debería haber sucedido antes - y con ello el Ejército más allá de la Unidad Militar de Emergencias habría ganado de 24 a 36h de movilización sin necesidad de recurrir a la (b), adquiriendo también momentum para evitar que el goteo de efectivos adicionales vaya creciendo demasiado lentamente, como está sucediendo. No veo en cualquier caso aquí un problema de falta de claridad de las competencias sobre el papel sino más bien en el uso que hacen los decisores políticos de la necesidad de coordinación, que convierten la naturaleza multinivel del Estado Autonómico en una manera de evitar asumir algunas responsabilidades. No otras, por cierto, que están más compartimentadas: el Ministerio de Transportes, por ejemplo, se puso en marcha en el segundo 1. Como también lo hizo la UME o lo estuvieron en todo momento los equipos de policía local, bomberos y sanidad en la Comunitat. Pero, sin duda alguna, no neguemos que la (b) existe para ser usada cuando la (a) no es funcional.
→ Apoyo integral y comunicación conveniente. El desgaste físico, cognitivo, emocional de una catástrofe como ésta es muy difícil de dimensionar, de comprender. Mucha gente en duelo. Mucha gente perdiendo cosas muy valiosas: materiales, o rutinas, o cotidianeidad, o un empleo, o una oportunidad, o lo que sea. Se tiene que mapear correctamente estas necesidades para poder atenderlas Empezando por lo mental. Afortunadamente hace años que hemos integrado el apoyo psicológico a los afectados por eventos catastróficos, pero se hace con medios insuficientes todavía (como toda la atención pública a la salud mental. Además, no parece que se haya hecho lo propio con las comunicaciones durante los momentos de crisis. La claridad y la asertividad tiene que combinarse con (no es opuesto a) la comprensión. Cosas que no se deberían hacer y que ya estamos viendo: a los políticos diciendo “es responsabilidad de [otro político]”, dada la sensación de indefensión que crea; o comunicando lo que “no se puede hacer” en términos de orden tajante ausente de empatía. Cosas que sí: comunicar con evidencia y dar perspectiva nítida para que la gente pueda ir haciendo sus planes o entender por qué no los puede hacer. Aquí va un ejemplo virtuoso.
→ Una respuesta económica sin límites predeterminados. De esto voy a escribir probablemente una entrada aparte, porque la atención (tampoco la mía) todavía no está ahí. Pero que lo tengamos clarísimo. El nivel de destrucción material localizado en el Área Metropolitana de Valencia y las comarcas del interior de la provincia con afectación directa es descomunal. Solo cogiendo infraestructuras principales:
Y a eso súmale la red de metro.
Y las infraestructuras más pequeñas (nivel municipal o comarcal); las viviendas; ¡las empresas! Cientos de comercios se han ido al garete. De los coches ya ni hablo. Como digo, dedicaré más textos a cómo hacer lo que voy a decir ahora, pero lo que necesitamos no es un paquete de ayudas de mayor o menor cuantía, es la garantía de que el Estado hará de último garante de cualquier deuda que se adquiera en el marco de la recuperación. No se trata tanto de cantidades sino de lanzar el mensaje de que es OK si no hay una cantidad. Es importante articular y enfocar adecuadamente todo el río de apoyo económico para que llegue a quien realmente lo necesita, pero en esta fase tan temprana lo importante es lanzar la señal, creo.
La señal de que estamos en un momento en el que las autoridades con capacidad creíble de prometerlo harán y financiarán lo que sea necesario.
Lo voy a dejar aquí por ahora. El cómo operar la recuperación económica + de infraestructuras + urbana en un mundo en el que quizás estos eventos (sin necesidad de que sean tan extremos) son menos infrecuentes lo dejo para futuros textos.
Espero que esto le sirva a alguien, como digo, tal y como me ha servido a mí.
Esta es mi forma de expresar desolación por mi tierra y por mi gente. Sé que es rara, wikipédica casi, pero es la mía. Aprender, entender, y contarlo.
Gracias por arrojar luz y análisis, y no conjeturas. Toda mi simpatía y condolencia para Valencia.
Por qué ningún relato toma en cuenta las alertas emitidas por organismos internacionales como el ECMWF que publicó modelo de previsión de >300mm desde el día 24/10? 5 días antes de la alerta AEMET y con una previsión de precipitación ajustada a lo que ha sido la desgraciada realidad y no claramente infra-estimada como la alerta AEMET?
Eso hubiera dado tiempo a sacar al ejército ANTES de la tragedia para desalojar zonas de riesgo y poder enviar tantas alertas como hubiera sido necesario.