🪨 ¿Es inflacionaria la descarbonización?
Intuitivamente, sí, inevitablemente. PERO. No en esta ola de subida de precios, y no siempre en las siguientes. Aunque el coste a pagar por falta de inflación podría ser todavía más alto.
La esencia del proceso de descarbonización en su vertiente energética (la transición a energías que emitan menos o no emitan CO2 para reducir el ritmo de calentamiento global) es que tenemos que lograr que los precios de la energía que más emite sean mayores a los precios de sus competidoras bajas en emisiones porque las primeras suponen un coste mayor a largo plazo (ese calentamiento global).
Esta, de hecho, la esencia de la descarbonización en todas sus vertientes: como dirían los economistas, hay que meter en el precio las externalidades negativas. Si la transición de un bien a otro es inmediata, entonces no hay problema: el precio sirve como incentivo para que se sustituya una fuente energética por otra, un producto contaminante por otro que lo es menos, y ya. Tots contents, que diríamos en Valencia.
Pero claro, esto es poco realista: esos cambios tienen un coste de oportunidad considerable. Uno no puede reemplazar su coche a gasolina por uno eléctrico de la noche a la mañana. La red de suministro de un país no puede pasar inmediatamente a absorber luz solar y convertirla en la luz que permite que leas esto en una pantalla. Así que mucha demanda va a mantenerse en la oferta emisora aunque sea más cara.
Además, el precio de las energías no emisoras es, de media, por ahora más caro que el precio de las emisoras pre-aumento por impuestos u otros sistemas para incentivar la descarbonización.
El resultado agregado a medio plazo que cabe esperarse es de inflación. Es casi de perogrullo. Si hacemos que los precios suban, los precios subirán.
Pero, ¿es tan sencillo?
Oligopolios
En una nota publicada en el blog de EsadeEcPol, la economista Natalia Collado se plantea si la subida de precios del combustible de hoy día es consecuencia del proceso de transición incentivado.
Primero establece que efectivamente la subida de precios de 2021 es esencialmente motivada por la energía, al menos en España.
Después observa el aumento del precio en todos sus componentes, empezando por el crudo.
Que empiece por el crudo no es baladí. El aumento de precios no se produce en la fase de impuestos sobre la gasolina. Aún así, podría ser que las otras restricciones a las emisiones estén afectando ya al precio de la materia prima petrolífera. Pero Collado encuentra una explicación más sencilla, siguiendo una suerte de principio de Occam: la oferta de petróleo (concentrada en esencia en EEUU y los países coordinados en torno a la organización OPEP+, que funciona como un cartel) estaba manteniendo la disponibilidad artificialmente baja para recuperar las pérdidas que tuvo durante el padrón de 2020, que envió el precio del crudo a cero, literalmente.
Para soportar el argumento ha llegado amablemente esta semana Joe Biden a decir que liberaba 50 millones de barriles de la reserva estratégica de EEUU. Y pues…
…eso.
Pero el verdadero insight de la nota viene para mí con este otro gráfico.
Cito.
(…) parece que el actual incremento en el precio del petróleo esté actuando como catalizador de la descarbonización de las inversiones, es decir: que la pandemia y sus consecuencias estén precipitando la aparición de aumentos de precios resultado del cambio hacia fuentes de energía menos contaminantes. El gráfico de arriba confirmaría esta teoría. Hasta 2019, la inversión en renovables por parte de las principales empresas de petróleo y gas creció lentamente mientras que en 2020 y 2021 se ha producido un gran salto.
Es decir. El descenso de la demanda produjo al mismo tiempo un incentivo a corto para aumentar artificialmente el precio del petróleo, y a largo para sustituirlo.
Pero que esta ola de aumentos haya tenido más que ver con decisiones de un oligopolio que con las medidas de descarbonización no quiere decir que las futuras sean igual. A partir de aquí tenemos dos posibles interpretaciones del futuro equilibrio.
Benévola. El mercado actual es disfuncional, especialmente para la demanda. Hay una opción más funcional, y la inflación puede funcionar como incentivo para lograrlo.
Malévola. Cada vez que sube el precio de una fuente de energía ampliamente usada se activa un incentivo lo suficientemente grande como para que se busque reducirlo a cualquier precio, incluso a manos de quien ha iniciado el aumento en primer lugar.
Cito de nuevo.
El problema del largo plazo es que hasta ahora nadie ha avisado con suficiente franqueza a los consumidores de esta “cara b” de la transición verde. En un contexto inflacionario como el actual, vincular cualquier subida de precios con la descarbonización, aunque no exista prueba fehaciente de ello, puede resultar políticamente rentable. Si la liberación estratégica de EEUU reduce los precios, ello solo reforzará percepción de que frenar el abandono de los combustibles fósiles es un error, a pesar de que se trate en este caso de una solución a un problema creado por el mismo mercado, no por las políticas de transición. Si el descontento crece (junto a la rentabilización política) y no se establecen políticas que aseguren que esta transición es justa, la aceptación de los objetivos climáticos puede ponerse en duda.
Si Joe Biden ha abierto las compuertas de la reserva estratégica en un caso como el actual, en el que el aumento de precios estaba motivado por su propia decisión táctica, ¿qué no sucederá cuando la presión se produzca porque, entonces sí, el precio está aumentando efectivamente por los incentivos impuestos por el sector público para la descarbonización?
El valle de la descarbonización
Decía Adam Przeworski que para alcanzar las cumbres del crecimiento/bienestar prometidas por una reforma antes había que atravesar un valle de desolación (estoy casi seguro de que Przeworski nunca usó “desolación” pero no me digan que no mejora la analogía con esa palabra, eh).
Mientras estás en el valle de la descarbonización, la inflación te asalta.
O peor aún: te asalta la recesión. En este estudio reciente para British Columbia (Canadá), los autores encontraron que un impuesto a las emisiones no aumentó los precios agregados. La razón: deprimió el consumo, especialmente de los hogares con más ingreso.
Desde un punto de vista redistributivo está muy bien que el efecto se produzca en esos grupos socioeconómicos, pero desde un punto de vista político es complicado, porque son los que más votan e influyen.
Así que cuando la descarbonización no produce inflación, es porque está reduciendo el bienestar inmediato.
Claro, es por un bien superior: el bienestar futuro de que el mundo no agregue 2 o 3 grados centígrados a su temperatura media (ah: y Canadá es, por cierto, el país más afectado en América por el calentamiento global). Pero este bien no es evidente. La cumbre no se vislumbra claramente, mientras el valle y sus arideces son evidentes.
Supongo que necesitamos hacer las cumbres más visibles.
* * *
¿No hay una salida más sencilla a todo esto, en serio? Cuando publiqué mi anterior nota sobre transición y descarbonización, Roger Senserrich me tildó de… no recuerdo las palabras exactas, pero como Roger es todo un caballero seguro que no me insultó (demasiado). En esencia, lo que me dijo es que estaba comprando el argumento de los oligopolios energéticos. Que en realidad la salida a todo este dilema de repartir costes y elegir con qué piedra nos damos, si inflación o recesión y todas estas cosas, se arregla obligando a dichos oligopolios a invertir lo suficiente en opciones energéticas no emisoras hasta que sean lo bastante baratas y accesibles.
Nadie me confundirá por un pesimista tecnológico, creo. Confío plenamente en que, a muy largo plazo, tendremos energía limpia a raudales. El problema es el proceso hasta entonces. Por una parte, tienes demasiados caminos labrados a modificar, y no sólo en las grandes empresas: millones de pequeños negocios y hogares que dependen de poder seguir emitiendo CO2. Por otra, incluso cuando un empresario se fija como objetivo la descarbonización, se puede acabar fijando en soluciones sub-óptimas para todo el mundo menos para él, como la intención de Elon Musk de cambiar los atascos diesel o híbridos de Los Angeles por atascos en Tesla. Y salvo que pensemos que todo el proceso de descarbonización puede dirigirse desde un Estado todopoderoso, algo que ya sabemos que no funciona (URSS) o tiene otros costes humanamente inaceptables (China), este es el material con el que podemos trabajar.
Por cierto: si les interesa todo-lo-estadounidense suscríbanse a 4freedoms, que es maravillosa.