La lección de Taylor Swift: proyectos a prueba de cinismo
Cuando no existe el engaño no hay desengaño posible.
Una de las cosas más graciosas que me he encontrado en la mega-conversación sobre la pasada de Taylor Swift por España ha sido esta: personas en Twitter riéndose de que, en cada concierto, cuando llega a ‘Champagne Problems’ (balada a piano), Swift se para, se quita los auriculares, y flipa con el ruido/la ovación. “Jajajaja”, parecen decir: “os hace creer que sois la única audiencia ante la que ha hecho eso”.
A uno de estos comentarios, Héctor García Barnés dio en el clavo:
Es ya lugar común a estas alturas referir cómo la audiencia de los conciertos de Swift se sabe el show al milímetro incluso antes de asistir. Es probablemente la gira más documentada de la historia: por cientos de periodistas y cientos de miles de personas en redes. Por favor: hay incluso un documental producido y disponible en Disney Plus. Y sin embargo aún hay gente, mucha gente, que aterriza en el fenómeno porque pasa por su país y se cree que le va a descubrir algo a quien lo sigue. Que va a desmontarlo. Pero es que el fenómeno, perdón, el proyecto de Taylor Swift es, ahora mismo, indesmontable. Y en esto creo que hay una lección valiosa para cualquiera.
Por supuesto que todas y cada una de las personas que estábamos en alguno de los 65.000 puntos de luz que formábamos el Bernabéu el pasado jueves 30 de mayo sabíamos en ese momento a qué estábamos jugando. Casi diría que había competencia con conciertos anteriores por ser la audiencia más avasalladora, con mayor grado de comunión con la artista. Swift se encargó de que lo supiéramos. No hay desengaño porque no hay engaño.
El cinismo es un recurso útil ante un mundo complejo con intereses contrapuestos. Te ubica automáticamente por encima de tu interlocutor, quien se cree el mundo como lo ve y no como realmente es, algo que tú le vas a revelar. Al revelárselo el poder está en tu mano, el otro queda en evidencia, e incluso dependerá de ti (según tu lógica) para no recibir ningún engaño más.
Pero, ¿qué pasa si hay transparencia desde el principio? Con ello me refiero a expectativas claras, contrastables y conocidas de lo que va a suceder. Entonces el cínico equivale a quien se planta en mitad de un espectáculo de magia y se pone a explicar a voz en grito que todo eso que están viendo es una ilusión preparada de antemano.
Esa persona no aporta nada porque no trae información desconocida. El cinismo se vuelve inútil. Así se sentían un poco los comentarios cínicos de estos días con Taylor Swift.
Y me dio por pensar en otros ejemplos basados en la misma lógica. La presidencia de Obama (o al menos la narrativa en torno a ella y a sus campañas) trataba de estarlo. También es lo que fundamenta la serie “El ala oeste de la Casa Blanca”. El comentario más frecuente entre personas inteligentes cuando se exponen a esta serie es su falta de realismo por lo maravillosos, listos, éticos que son todos. Efectivamente: pero porque la serie no parte de la premisa del realismo, sino del idealismo. Sorkin la pensó como deber ser. “House of Cards” es la respuesta cínica a “El ala oeste”. Y, francamente, queda como un entretenimiento de fácil olvido y aún menos creíble que su némesis pretendidamente naïve.
Es un equilibrio difícil precisamente para evitar ser realmente naïve. Ni Sorkin ni Swift ni Obama lo son. Mi frase predilecta de Taylor Swift es: “never be so kind you forget to be clever; never be so clever you forget to be kind”. Y es justo eso: ser lo suficientemente inteligente y transparente con las expectativas (clever) para evitar su frustración posterior; pero no tanto como para, sencillamente, perder la actitud generosa hacia el mundo (kind).
Decía David Foster Wallace sobre la ironía:
Lo bueno de la ironía es que disecciona las cosas, se pone sobre ellas de manera que podemos ver los fallos e hipocresías y dobles juegos (…) Sarcasmo, parodia, absurdismo e ironía son magníficas maneras de arrancar la máscara a las cosas y de mostrar así la poco agradable realidad que esconden. El problema es que una vez las reglas del arte han sido desenmascaradas, y una vez que las desagradables realidades que diagnostica la ironía han sido reveladas, entonces, ¿qué hacemos?
Y luego seguía:
Pocos artistas se atreven a intentar hablar sobre cómo redimir aquello que está mal porque parecerán sentimentales y naíf a todos los «ironizadores». La ironía ha pasado de ser liberadora a ser esclavizante. Hay un gran ensayo en alguna parte que tiene una frase sobre la ironía: es la canción del prisionero que ha acabado por amar su celda.
El riesgo del cinismo es exactamente ese. Entonces. ¿Dónde prefieres estar? ¿Tratando de hacer el mundo un lugar un poquito mejor a riesgo de exponerte a que los cínicos te señalen y te traten de explicar algo que ya sabes? ¿O en tu celda, señalando?
Recordaba durante estos días que durante la universidad era un cínico y me preciaba de ello. Mi yo de entonces jamás habría escuchado a Taylor Swift. Luego poco a poco fui entendiendo (me fueron explicando) que de esa manera no iba a aportar demasiado valor en la vida, ni a recibirlo tampoco, y me distancié del cinismo, usando la ironía de manera mucho más selectiva. Mantengo la herramienta, la afilo periódicamente en mi cabeza para que no pierda vigor, pero solo la uso cuando sirve al bien superior. Este es un poco mi consejo que espero se traslade a lo que sea que te está pasando por la mente como proyecto personal, profesional, político o narrativo ahora mismo. Y como ya he sido suficientemente intensito en la newsletter de hoy, te dejo con una canción nada intensita. La que, lo confieso, me hizo prestar atención por primera vez a Taylor Swift hace nueve años. Cuando vi lo que podía hacer con un one hit wonder fue como si me diera licencia para disfrutar de algo que está diseñado para ser disfrutado. Otra llavecita más para liberarnos de la pequeña celda cínico-irónica. Disfruten, si es que no la conocen. Mientras, pueden leerme un poco más sobre estos asuntos; o a Kiko, que también está bien. Cosas que se publicaron gracias a Mar, por cierto, que entendía todo esto bastante bien.
Buen artículo. Te lo dice un cínico 😜