🇬🇧 La vulnerable supermayoría del Laborismo en el Reino Unido
He sacado cuentas: la supermayoría laborista estará condicionada porque ha sucedido en un entorno de voto muy fragmentado. ¿La estrategia óptima de Starmer: izquierda, derecha, centro? Todas, creo.
El primer titular de las elecciones del Reino Unido ha sido “el Laborismo arrasa”. En seguida se le ha sumado un segundo: “pero arrasa en escaños, no en votos”. Efectivamente, tiene un 63% de los escaños con un 34% de los votos.
Sí: esta campaña laborista ha sido muy eficiente a la hora de convertir votos en escaños gracias a la división del voto a su derecha. La naturaleza del sistema electoral británico es la que permite que esto sea posible: el primero en cada circunscripción se lo lleva todo (el escaño, vamos). Pero ahora va a tener que coger a esos 412 miembros de la Cámara de los Comunes y ponerlos a votar políticas concretas. Y la misma naturaleza les va a hacer mirar de reojo a su propio distrito para ver con quién compiten.
Lo que va a condicionar los próximos años de política británica no va a ser solo la supermayoría laborista, sino el hecho de que esta supermayoría tiene lugar en un entorno de voto realmente fragmentado. Cada miembro del Parlamento se preguntará qué amenaza enfrenta en su distrito, y el agregado de esas amenazas condicionará qué medidas serán más viables, cuáles menos.
La tensión no es nueva, solo más aguda: llevamos años con el centro-izquierda británico, y en realidad en el conjunto de las democracias occidentales, sometido a presiones con tres orígenes distintos.
Por su izquierda, en este caso concreto representado por los Verdes (y por algunos candidatos independientes como el propio Jeremy Corbyn tras su expulsión del Partido Laborista)
Por su derecha, a manos de liberales pro-mercado como los Libdems.
Y por un ataque envolvente izquierda-derecha, por parte de una derecha que es íntegramente proteccionista: contra mercados y pro-fronteras. Reform no es históricamente eso (Nigel Farage no es Marine Le Pen) pero muchos lo ven como potencialmente competencia del Laborismo especialmente con el ángulo de la migración.
En un contexto de “winner takes all”, lo que importa es quién quedó detrás tuyo que te pueda hacer el suficiente daño en la siguiente ronda electoral. Así que para empezar he cogido los datos de los resultados y he contado en cuántos de los distritos ganados por Labour ha quedado segunda o tercera cada una de estas formaciones.
Reform lo ha hecho tan bien electoralmente que es el 2o o el 3o con mucha frecuencia. Pero ojo: en la práctica totalidad de los casos, su compañero en el podio es el Partido Conservador. En contraste, cuando el 2o o el 3o es Verde o Libdem, el acompañante es Conservador con menor frecuencia.
Esto probablemente indica dos tipos de distritos: aquellos en los que hay una competencia dentro de la derecha en la que lo óptimo para el Laborismo es que la división se mantenga. El Laborismo puede optar por competir en ellos por votos de Reform, pero no parece necesario.
El otro tipo de distritos serían más abiertos, y podría parecer que los Verdes son la mayor amenaza para el Laborismo en ellos: segundos en 40 y terceros en 46. Pero en estos distritos la brecha de voto es tan grande que parecen, de manera bastante nítida, feudos más o menos seguros, además de más bien escasos.
¿Y si le damos la vuelta a la pregunta, y en lugar de pensar en defensa, pensamos en ataque? ¿Dónde podrían los Conservadores haber ganado y gracias a quién? O también los Laboristas, aunque estando en máximos históricos parece difícil pensar en aún más ganancias (pero para nada imposible: muchas encuestas y modelos les daban 450-460).
Los Conservadores podrían ganar un máximo de 123 distritos extra si lograran llevarse todos los votos Libdem en distritos en los que la suma de ambos daría victoria. Esta cifra sube hasta 179 si consideramos Reform. Ninguno de los dos números habría sido suficiente para obtener los 325 de la mayoría. Necesitan combinar ambas, probablemente porque han perdido en ambas direcciones.
En el cuadro Laborista podría parecer que movimientos a la derecha son potencialmente más beneficiosos, pero hay que considerar que la mayoría de esos votos probablemente se dan en distritos de antigua mayoría Conservadora, y son por tanto poco sensibles a esta transferencia. Añadir votos Verdes no les darían mucho. Un combo Verdes-Libdem (un catch all de centro a la izquierda) sí lo haría: hasta los máximos de las citadas encuestas.
Para mí todo esto nos deja en que la estrategia óptima para los Conservadores es la de reconducir la competición electoral británica a un bipartidismo en el que sean capaces de ganar de nuevo. Los Laboristas tienen un dilema aquí: les podría dar réditos, pero es mucho lo que tienen que perder si en la polarización se unifica su rival ahora dividido. Las ganancias por la izquierda no son grandes aunque potencialmente son superiores a cualquier otra vía. Así que parece óptimo mantener un abanico mixto de políticas que a veces son verdes, otras son pro-mercado, y en algunos casos protegen a mercados nacionales (o incluso tocan fronteras, al estilo de la socialdemocracia danesa).
Porque si el votante reacio a la izquierda se polariza y asume como prioridad que para echarle necesita coordinarse en un solo partido (o plataforma en el caso de unión Cons-Reform), se le acabó la eficiencia electoral al Laborismo.
Creo que Starmer es la persona adecuada para entender esto y desarrollar la estrategia mixta, al menos con su perfil sobre el papel, exquisitamente recogido en este texto de María Ramírez. Eso, por arriba. Por abajo hay un montón de dinámicas socio-demográficas de voto bien complejas en una sociedad que se presenta como un éxito de integración multicultural, y que lo es comparativamente, pero con sus problemas. Dentro canción representativa: Blue Lights, de Jorja Smith.
“You better run when you hear the sirens coming (…) ‘cause they will be coming for you”.