Tres avances que nos pueden quedar de esta crisis (y cómo perderlos)
Un nuevo sistema de bienestar, un método revolucionario para desarrollar vacunas, y el descrédito populista.
Cuando uno está en medio de un bosque muy frondoso los árboles tapan las estrellas. En medio de esta crisis que parece que no acaba, el espacio, las estrellas, es la última de las prioridades. Ya bastante tenemos con lo que hay aquí abajo, dicen. Hay otras cosas más urgentes, dicen.
Juan se refería literalmente a las estrellas en este artículo de 2012, probablemente mi favorito de todo el archivo de Politikon. Escribió su obituario a Neil Amstrong en mitad de la crisis económica más profunda que había conocido Occidente en ochenta años… hasta que llegó la actual, claro.
Mientras asimilamos su profundidad (un año después aún es inabarcable), debemos tener claro que no saldremos del bosque si no miramos a las estrellas ✦; no identificamos la esperanza si no nos marcamos los objetivos a largo plazo. Yo veo al menos tres cerca de conseguirse, pero ninguno está asegurado.
1. El bienestar tras la pandemia
La pandemia nos ha demostrado, creo, que el riesgo no está distribuido de manera equilibrada entre hogares, empresas y gobiernos, como sugiere este maravilloso reporte de The Economist. En él encontramos este mapa de quién ha expandido más el gasto durante 2020:
Y se pregunta cuánto de ese gasto quedará. Yo creo firmemente que la ciudadanía va a demandar mayor protección vs. el riesgo desde ahora.
◉ a esto: un 60% de quienes recibieron ayuda durante la pandemia afirman no haberla recibido nunca antes, según una encuesta de Boston Consulting Group. Para que dimensionemos el grado de exclusión/expansión necesaria.
☛ Cómo perderlo: si todos nos ponemos a pedir mayor protección contra el riesgo, ningún partido tiene el monopolio de ofrecerla. La extrema derecha (Le Pen | 🇫🇷) ya ha demostrado que se puede hacer proteccionismo de cerrar fronteras. Esto no funcionará contra riesgos globales en un mundo cuya interconexión no tiene vuelta atrás, pero tiene buena venta entre un electorado dañado. La cuestión es, pues, qué tipo de nuevo bienestar tendremos tras la pandemia: ¿universalista e inclusivo, o proteccionista y excluyente?
2. mRNA, una tecnología para décadas
Las vacunas de la gripe reducen la presencia de la enfermedad entre un 40% y un 60% en temporada alta, según el CDC | 🇺🇸 . La eficacia medida de las vacunas contra la covid para las que ya tenemos estudios está en todos los casos por encima de ese 40%, pero es que además para dos de ellas (Moderna y Pfizer/BioNTech) esa cifra alcanza un alucinante 95%. Son las basadas en la nueva tecnología de mRNA. Y “nueva” es una forma de hablar: aquí te dejo dos videos que explican perfectamente su funcionamiento y por qué llevamos años trabajando en ellas.
► Juliana González-Tobón, PhD @ Cornell
► Kimberly Mas, productora en Vox.com
En esencia, estamos transmitiendo a nuestro cuerpo una parte de información (mRNA) del virus contra el que queremos que se defienda para que vaya aprendiendo antes de que llegue la infección. Ahora que estamos comprobando sobre el terreno, en tiempo real, que esta aproximación a las vacunas funciona, es probable que consigamos trasladar lo aprendido a otras muchas enfermedades.
☛ Cómo perderlo: las vacunas no sirven de mucho si no garantizamos un acceso universal a las mismas. Con las nuevas mRNA, como con las demás basadas en otras tecnologías, nos está pasando que no llegamos a producir para cumplir con la demanda existente. Ante esto, algunos países (India) han propuesto ante la OMC que ignoremos temporalmente ciertos aspectos de la normativa internacional en patentes para que fábricas en todo el mundo puedan producirlas a mansalva.
Algo tenemos que hacer, sin duda, pero el reto es que no debe dañar la confianza en la protección a la innovación. La regulación sobre la competencia y la propiedad intelectual debe funcionar como una válvula que maximice los efectos buenos que esta tiene para la ciudadanía minimizando los peores.
Por ahora, la OMC está llamando a más acuerdos privados entre farmacéuticas como los que ya se han dado entre Sanofi, Novartis y Pfizer en Alemania; o entre Merck y Johnson & Johnson en EEUU: la idea es que las empresas que no han llegado a desarrollar su vacuna puedan al menos producir otras.
Gana-gana, ¿no? Unas licencian, otras producen. Pero las primeras tienen miedo. Hay que jugar a palo + zanahoria:
🥕 “vas a ganar dinero en el corto plazo y además te vamos a adaptar provisiones, formas contractuales, regulaciones para compartir conocimiento que te tranquilicen”
🏏 “si no te pones a ello, pues vamos a tener que señalarte ante el mundo como culpable de no querer acabar con una pandemia… y quizás alguna multa gorda te debería caer, eh”
3. Descrédito populista
(…) cuando llega el momento de la verdad, cuando un desafío realmente global e inabarcable llama a las puertas de la humanidad, los populismos se quedan sin recursos, añorando la vuelta de sus fantasmas manejables. Una pandemia asociada a un parón severo de la actividad económica es precisamente un problema complejo tanto técnica como moralmente, de obvio alcance global. No admite alternativas obvias, y crecerá alimentándose de divisiones internas artificiosas, de fronteras entre grupos, pueblos o naciones.
Un pequeño secreto: esta columna se cuenta entre las más leídas de las que firmé el año pasado en El País. Esto, sumado a los resultados obviamente peores durante la pandemia de gobiernos que se alimentan de la polarización afectiva, me hace pensar en que los populismos lo pueden pasar mal. Estas semanas me he cruzado con dos bits de información que soportan esta tesis.
a. La confianza en expertos vs. “gente corriente” parece estar subiendo, al menos en el Reino Unido:
b. La chispa antivacunas se apaga conforme se observa la eficacia de las que están en marcha. El gráfico de Kiko Llaneras para Asturias forma parte de un género creciente que bautizaré con un “discúteme esto, anda”:
Y hemos visto similares para Israel o Reino Unido.
Paradójicamente, creo que la propia escasez mundial de dosis de la que hablaba más arriba quita la atención a mensajes antivacunas: se han convertido en un objeto de deseo antes que de desconfianza.
☛ Cómo perderlo: junto al potencial descrédito de las soluciones simplistas nos llega también el interés por las decisiones autoritarias, con argumentos del tipo “mira China, logró suprimir el virus con mano dura” (también los leerás con Venezuela). A este renovado desprecio por la democracia hay que recordarle que las cuentas toca hacerlas completas:
Quedándonos solo en 2020, si China hubiera avisado antes y con mayor transparencia de la epidemia naciente quizás el mundo entero habría podido responder antes.
Yendo más atrás, y aún asumiendo la cuestionable idea de que los regímenes autoritarios han capeado mejor este temporal (las muertes en Irán o Rusia deberían bastar para refutar la idea, pero bueno): ¿realmente vale la pena?
* * *
Yo lo veo así. Podemos salir del bosque a un mundo iluminado por democracias más equitativas, abiertas al conocimiento científico y complejo, con un mercado mundial más funcional con mejor acceso a las tecnologías que nos mejorarán la vida. Pero también podemos encontrarnos con un mundo más autoritario, proteccionista, encerrado en sí mismo.
De nosotros depende.
Si buscas muletas para apoyarte en este camino, te tengo un par.
☸︎ La cuenta de Twitter de Luis Cornago, generosa en ideas con buen criterio: de ahí he sacado al menos tres referencias clave para hilvanar estas notas.
⚖︎ Aunque Luis no gusta mucho de Taylor Swift (creo, pero pregúntenle a él), su manera de comunicar lo que aprende me recuerda por alguna razón difícil de precisar a estos versos de Marjorie:
Never be so polite, you forget your power
Never wield such power, you forget to be polite